PARA cicatrizar el tiempo que no paso contigo y conjurar tu ausencia escribo estos piropos en los que estás
imperceptiblemente tú, casi mirándome, tranquila, callada bajo la piel sin fin de sus letras.
NO había distancia entre tú y yo, pues consistíamos en baile. Cuando tu tacto instituía los países de la
ternura y preguntaba por mí y el deseo de repartirse sobre los espacios te atravesaba los ojos era imposible
no buscarte.
TUS manos, tu sonrisa, la suavidad de tus piernas, verte nacer palabras proscritas en la frente
cuando no sabes cómo decirme que me deseas, mordisquearte el escote cuando se te acelera el otoño dentro
y respirar te sirve para agarrarte a la vida.
TRAS la ternura, a veces el amor nos arrojaba a las playas de la realidad y amanecíamos exhaustos en
las fronteras del mundo. Para volver a nuestras vidas nos desacariciábamos, nos desmirábamos y
retornábamos al tiempo con un tesoro en la memoria.
IMAGINAR que en mis pisadas estas tú, que andando te recorro y te conozco, y que mis pies te hablan
de países distantes en los que nadie sabe de tristezas.
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